Giant Microbes Polen (Peluche)

La fiebre del heno, o médicamente hablando, rinitis alérgica estacional, es una reacción fisiológica a los rituales de cortejo de hierbas, árboles y malas hierbas.

Estas demostraciones públicas de afecto no hacen que todo el mundo se ahogue. Pero para casi una cuarta parte de la población, cuando las partículas de polen (o células reproductoras masculinas transportadas por el aire) flotan en los ojos, la nariz o la boca, el sistema inmunológico sensible del cuerpo se ve seriamente afectado. Se producen anticuerpos, se libera una ráfaga de histaminas y la congestión, hinchazón, picazón y lagrimeo típicos de la alergia avanza sin piedad. (Como si eso no fuera suficiente, las personas que padecen fiebre del heno también suelen estar sometidas a una variedad de otras aflicciones, como eccema y asma, e incluso migrañas y depresión).

Mientras que los árboles, y los abedules más notoriamente, son los que florecen temprano y hacen que la temporada de fiebre del heno de primavera comience con furia, el polen de pasto común causa el mayor problema: casi el 95% de los que padecen fiebre del heno reaccionan mal al polen de pasto liberado en finales de primavera y principios de verano. (Cortar su césped puede evitar que florezca, pero no el de sus vecinos).

La buena noticia es que, si bien la sensibilidad al polen a menudo se transmite de padres a hijos (más comúnmente por parte de la madre), tiende, como muchas alergias, a disminuir con la edad. Pero si no quiere esperar a la vejez, los antihistamínicos y el vapor pueden ayudarlo a recuperar el ritmo.